Los orígenes de la Feria de Abril se remontan a un 25 de agosto de 1846 en que Narciso Bonaplata y José María de Ybarra firmaron una proposición que presentaron al Cabildo Municipal pidiendo autorización para que durante los días 19, 20 y 21 de abril se celebrara una feria anual.

El Cabildo Municipal vio con buenos ojos la iniciativa del vasco y del catalán -curiosamente no fueron andaluces los precursores-, secundada por numerosos ganaderos y agricultores. Así en 1847 se celebra la primera Feria de Abril.
Si atendemos a lo que dejó escrito el Cronista, el primer año la Feria contó con tiovivos, bodegones, calesitas, buñoleras, diversos puestos y hasta con una corrida de ocho toros, de las ganaderías de Taviel de Andrade y Curro Cúchares, para Lavi, Juan Lucas Blanco y Manuel Trigo.
Año tras año la Feria ha ido evolucionando hasta convertirse en una una tradición que paraliza Sevilla durante una semana y que provoca que una parte importante de la actividad de la ciudad se lleve a cabo en las numerosas casetas del Real , punto de encuentro no ya de ganaderos que venden sus productos, sino de familias enteras que viven de una manera muy especial la más importante Feria del Mundo, la Feria de Sevilla.
La moda flamenca es tan versátil y representativa que se convierte en elemento imprescindible de este acontecimiento.
Lina es una marca que tiene larguísima trayectoria profesional y alto reconocimiento internacional
Desde sus comienzos en 1960 en un pequeño taller de Sevilla hasta la actualidad Lina ha destacado por su saber hacer. Su sello de distinción es la elaboración artesanal y tradicional de sus diseños la que no tienen cabida el proceso industrial. La marca ha sabido destacar por su profundo conocimiento del arte, las costumbres del sur, la historia de la moda y la artesanía que plasma en cada uno de sus trajes.
El resultado de este proceso son piezas únicas e inconfundibles que guardan el secreto de la costura hecha a mano y la delicada confección con la que empezara su andadura Marcelina Fernández, la fundadora de Lina, y que han sabido continuar sus herederas Rocío y Mila Montero.
Mayka Santos es otra de las diseñadoras más representativas de la moda flamenca. Combina a la perfección la tradición con las tendencias actuales. Utiliza los complementos de manera magistral consiguiendo un look final espectacular.
Pero los trajes no sólo hay que lucirlos paseando sino también bailando.
El baile flamenco es, por sus raíces, por su belleza plástica y por la variedad de su técnica, uno de los bailes más reconocidos en el mundo entero. Es sin duda una actividad perfecta para la mujer porque se trabaja, en perfecta armonía, cabeza, tronco, brazos, manos, piernas y pies. Arte, pasión, entrega, sensualidad, raza y sentimiento se dan cita en sus diferentes “palos” (tipos de baile) para expresar alegría, pena, deseo, amor…
Aunque su origen es árabe y data de muchísimos siglos, los denominados bailes “tauro-flamencos” (imitaban las diferentes suertes de la lidia) aparecieron hace más de 100 años. Actualmente, los ritmos más conocidos son los de carácter alegre (rumbas, sevillanas, alegrías, etc.) desgarrados (soleá, tientos, peteneras…) y los de inspiración sudamericana (guajiras, colombianas, tangos…).
A mediados de los ochenta surgió el “boom” de las sevillanas, gracias a que políticos, empresarios, aristócratas y artistas las pusieron de moda. No obstante, tenemos que decir que no son un baile fácil y que es preferible empezar con ritmos más sencillos como las rumbas o los tanguillos.
Mar Solo, profesora de baile, nos recomienda bailar flamenco pero, no sólo en Feria, sino en cualquier momento porque forma parte de nuestra cultura y además tiene valores terapéuticos físicos y mentales:
“Cuando bailas flamenco tienes tantas cosas que controlar que te olvidas del entorno o de los problemas que hayas tenido antes de la clase. Es como si se produjera un paréntesis en tu vida. Se disfruta tanto, que los beneficios terapéuticos se multiplican”

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